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domingo, 12 de marzo de 2017

EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS de Leonardo Padura

  


 Un escritor frustrado rememora un episodio de su vida ocurrido tres décadas antes. En una playa cubana conoce a un enigmático hombre acompañado de dos galgos rusos. Después de entablar una progresiva amistad, este le contará una historia confidencial cuyos protagonistas serán el político y teórico revolucionario soviético León Trotsky y su asesino Ramón Mercader.
En una narración elaborada en torno al recorrido en el exilio de Trotsky y su confluencia en México con Mercader, Padura expone su visión de la historia contemporánea cubana y general. La novela solventa las lagunas en la misteriosa vida de Mercader con una elaboración creíble de este oscuro personaje
En 2004, a la muerte de su mujer, Iván, aspirante a escritor y ahora responsable de un paupérrimo gabinete veterinario de La Habana, vuelve los ojos hacia un episodio de su vida, ocurrido en 1977, cuando conoció a un enigmático hombre que paseaba por la playa en compañía de dos hermosos galgos rusos. Tras varios encuentros, «el hombre que amaba a los perros» comenzó a hacerlo depositario de unas singulares confidencias que van centrándose en la figura del asesino de Trotski, Ramón Mercader. Gracias a esas confidencias, Iván puede reconstruir las trayectorias vitales de Liev Davídovich Bronstein, también llamado Trotski, y de Ramón Mercader, también conocido como Jacques Mornard, y cómo se convierten en víctima y verdugo de uno de los crímenes más reveladores del siglo xx. Desde el destierro impuesto por Stalin a Trotski en 1929, y desde la infancia de Mercader en la Barcelona burguesa, sus amores y peripecias durante la Guerra Civil, o más adelante en Moscú y París, las vidas de ambos se entrelazan hasta confluir en México. Ambas historias completan su sentido cuando sobre ellas proyecta Iván sus avatares vitales e intelectuales en la Cuba contemporánea y su destructiva relación con el hombre que amaba a los perrosLeonardo Padura nos lleva por medio de un análisis riguroso y exhaustivo a los escenarios donde Trotski, en su largo exilio itinerante, está obligado a habitar, perseguido por el odio incontinente de Stalin, y a los movimientos que el que será su asesino, el español Ramón Mercader, lleva a cabo para llegar limpio de culpa hasta él, en un proceso de banalización del mal impulsado por los soviéticos, semejante a aquel del nazismo que diera pie durante esos años a toda una teoría psicológica -de la lúcida Hannah Arendt– sobre los terribles y obscenos ejecutores del mal. A estos dos ejes se suma un tercero de no menos peso en la novela, el del propio narrador, Iván, joven cubano al que se hace depositario de la historia de este asesinato al tiempo que nos narra la suya propia, en aquella Cuba de represiones, miedo y manipulaciones ideológicas que aún persiste.
Leonardo Padura nos lleva por medio de un análisis riguroso y exhaustivo a los escenarios donde Trotski, en su largo exilio itinerante, está obligado a habitar, perseguido por el odio incontinente de Stalin, y a los movimientos que el que será su asesino, el español Ramón Mercader, lleva a cabo para llegar limpio de culpa hasta él, en un proceso de banalización del mal impulsado por los soviéticos, semejante a aquel del nazismo que diera pie durante esos años a toda una teoría psicológica -de la lúcida Hannah Arendt– sobre los terribles y obscenos ejecutores del mal. A estos dos ejes se suma un tercero de no menos peso en la novela, el del propio narrador, Iván, joven cubano al que se hace depositario de la historia de este asesinato al tiempo que nos narra la suya propia, en aquella Cuba de represiones, miedo y manipulaciones ideológicas que aún persiste.

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