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sábado, 13 de octubre de 2018

TEA ROOM Mujeres obreraas de Luisa Carnés


Carnés, encubierta tras la lúcida mirada de Matilde, sabe que está en el bando de los perdedores incluso antes de haber perdido una guerra. El estilo capta lo que la escritora piensa del mundo: roto, voraginoso, lleno de ruido… La visión de la pobreza no es idílica ni buenista, sino violenta, corruptora y sucia. Sin embargo, no se deposita en el individuo toda la responsabilidad de sus buenas o malas acciones. Porque Carnés no es católica: reivindica la utopía comunista subrayando el significado de la solidaridad. Tampoco ve con buenos ojos a quienes rentabilizan el relato de la pobreza, la apología del origen humilde. De esa lección deberíamos aprender los escritores de la crisis, que a veces transformamos la lacra social en eslogan.
Carnés utiliza la literatura como arma cargada de futuro sabiendo que en su destreza para controlar la clave retórica reside su eficacia. Literaria y política. Es precioso el pasaje donde cuenta por qué las mujeres pobres no se alegran con la llegada del verano mientras la fina desnudez de las mujeres pudientes se exhibe en playas cosmopolitas. En la novela se evidencia el peso literario de lo concreto: las horas de jornada laboral, la cantidad de brioches, las exactas 10 pesetas del salario, la insistencia en el número en los tiempos de escasez.
La novela-reportaje como género sintetiza la observación naturalista de la experiencia laboral auténtica, los diálogos de magnetofón con sus entrañables laísmos madrileños, con la esperanza utópica del lenguaje de vanguardia, las girándulas de Guillermo de Torre, los poemas de grúas de Salvat-Papasseit, el cubismo, la máquina y la reducción metonímica de la persona a su traje que tan atinadamente resume esa denuncia de la deshumanización, la razón físico-matemática y la lógica economicista, que está en la raíz de las poéticas del 27. También como los autores del 27, en Carnés se percibe cierta influencia cinéfila que cuaja en una crítica —alienación de las obreras fascinadas por los actores que van al Tea Room— y un procedimiento: la cámara congela con rapidez opresiva al hombre travestido, la mantenida por un viejo, la encargada, la adaptable Antonia, la beatona, Marta y sus hurtos, Laurita y su ingenuidad de novela que la convertirá en carnero sacrificial… Poliedro dramático de mujeres que tienen todas las de perder. Las cosas terribles suceden con la naturalidad con la que suceden las cosas terribles en las sociedades inhumanas: abortos practicados con la varilla de un paraguas roñoso, mujeres prostituidas, obreros muertos, despidos… Tea Rooms se cierra con un interrogante: “¿Cuándo será oída su voz?”. Carnés se refiere a la emanci­pación proletaria. Los lectores sospechamos que, habida cuenta de los últimos acontecimientos nacionales e internacionales, nunca hemos dejado de estar sordos. 


2 comentarios:

  1. Gracias por tu comentario te lo he contestado...paremos un poco la vida y comencemos a soñar

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