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sábado, 22 de mayo de 2021

LA CAMPANA DE CRISTAL de Silvia Plath

 


Conocida y reconocida en su vertiente poética, Sylvia Plath escribió también literatura infantil y, aparte de unos Diarios de reciente publicación en su versión completa, algunas obras en prosa de las cuales la más celebrada es esta autobiografía psicológica, La campana de cristal (The Bell Jar, publicada en 1963 bajo pseudónimo), en la que mezcla la ficción con algunas de sus experiencias emocionales de juventud

Esther Greenwood, narradora, protagonista y alter ego de la autora, una joven de pueblo, se ha trasladado a Nueva York con una beca de estudios; allí conoce la vida de la juventud despreocupada entre fiestas, citas con chicos y complicidades femeninas, una vida muy distinta de la su lugar de origen a la que asiste, aunque participante, con el estupor del visitante de otro planeta. Se trata de lo que podría denominarse síndrome del sujeto desubicado, sin existencia física en el medio al que pertenece y en el que se reconoce, y transplantada a un lugar cuyas reglas desconoce, aunque intenta imitar, pero al que es incapaz de asimilarse.

Esther es una mujer que relata sus aventuras de juventud con una mezcla de la nostalgia que han añadido los años y la experiencia -aunque ignoremos desde qué punto temporal está escribiendo- y la indulgencia con que se contemplan en la edad madura los pecados de juventud. Sin embargo, su tono y la forma con que trata ciertos temas ponen en guardia al lector con respecto a la existencia de algún conflicto subyacente, y el hecho de que sus recuerdos parezcan abarcar unos motivos determinados y no otros y ciertas fijaciones en aspectos muy concretos revelan algún tipo de turbación psíquica,  derivada o relacionada con aspectos sexuales.

El tono oscila entre lo que podría tomarse por prosa poco elaborada: despreocupada, con implicación leve y vocabulario reducido, y la exageración de esa misma prosa, con repeticiones, uso de lugares comunes e intervenciones excéntricas que descubririan la existencia de alguna afectación psíquica. En todo caso, tanto el tono como la temática plantean la incógnita del lugar desde donde está hablando la narradora, desde qué tiempo transcurrido desde que tuvieron lugar los hechos y desde qué situación anímica.

Esa mezcla de indiferencia y candidez -imposible averiguar cuál de ambas prevalece- provoca que se torne imposible establecer la veracidad de las situaciones, por lo demás bastante arquetípicas, que la narradora relata, bien en su totalidad, bien en el recuerdo que parece conservar de ellas.




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