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sábado, 24 de julio de 2021

CATEDRALES de Claudia Piñeiro


Catedrales, la última novela de Claudia Piñeiro, nos interpela como sociedad. Nos obliga a detenernos y reflexionar. El texto exige no ser indiferentes. Ateos o cristianos, como está planteado en el conflicto al que nos somete la escritora, obliga que al leer “siempre”, la última palabra del libro, reflexionemos sobre nuestra posición ante un tema central que desde hace décadas debate la sociedad: el aborto, una palabra que, como sostiene la autora a través de sus personajes, estaba prohibida de mencionar en las familias más conservadoras -y no tanto- del país.

Perejil, sondas, agujas de tejer, gusanos, condiciones antihigiénicas, septicemia, infección, sangrado, anemia, hemorragia, urgencia, quirófano, síndrome de Mondor, muerte. Eran palabras, frases, recortes de desgracias ajenas que escuchaba a diario de boca de anestesistas, parteras, obstetras, ginecólogos, instrumentadoras y enfermeras. Piñeiro hoy las devuelve con la fuerza de látigo a la memoria.

Catedrales parece encuadrar en una sórdida historia policial. El hallazgo, 30 años atrás, del cuerpo de una jovencita descuartizado, quemado y descartado en un basural de Adrogué, y el autor de semejante atrocidad libre, -como el de muchas mujeres asesinadas y que llegaron a aparecer hasta en valijas-, por impericia o corrupción de jueces, fiscales y detectives.

El fracaso de la iniciativa, de la cual Piñeiro es una ferviente militante, empujó una vez más a esas mujeres -como se describe de forma desgarradora en Catedrales- a la ruleta rusa de una pocilga clandestina, donde lo más probable es que a las horas muera por una infección generalizada.

Las comadronas de sondas y agujas de tejer siguen abundando. Y se multiplican gracias a la complicidad de las autoridades locales, como policías y punteros que son cómplices de esos asesinatos. Aunque, tal como están redactadas las leyes hoy en día, para los jueces la principal delincuente es la víctima. Y esto también está plasmado en la novela.

 


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