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sábado, 7 de mayo de 2022

EL ENCARGO DEL MAESTRO GOYA de Elena Bargues

 


Los verdaderos protagonistas de El encargo del maestro Goya no son tanto ni Marta Velarde ni mucho menos el afamado pintor, sino Mercedes Velarde, el coronel Claude Cornulier y el exmilitar Alfonso Bustamante. Y uno de los puntos en los que ambos hombres coinciden es en la inconsciencia de la familia Velarde. Criados en una familia rica, los Velarde se desenvolvieron con ligereza y holgura en España hasta que estalla la guerra y deciden dirigirse a Santander, y desde entonces todas sus decisiones son imprudentes hasta el extremo. Este recurso, que permite que la autora ponga a los personajes en puntos calientes argumentativos, resulta frustrante para todos los que acompañan a las mujeres, ya que estas toman pocas previsiones —o casi ninguna— para evitar las agresiones de los franceses o las traiciones de sus vecinos. De esta forma los Velarde tienen que ser prevenidos varias veces para no ostentar su riqueza en un pueblo que se muere de hambre, y es precisamente la inocencia de Mercedes la que la lleva a acudir a los vecinos, que perfectamente podrían ser espías, para confiarles sus secretos y establecer un sistema de trueque.

Esta inocencia, motor de la obra —porque si los Velarde hubieran tenido algo de maldad en el cuerpo no se habrían puesto en primera línea de batalla—, nos permite vivir uno de los episodios más agresivos de la historia con Marta Velarde. Sin embargo, la brutalidad de la novela acaba ahí. Elena Bargues opta por un enfoque más centrado en el narrador de tipo oyente más que espectador para narrar las escenas de mayor crueldad y dureza de esta guerra: se habla del hambre, pero nunca veremos los cuerpos sin vida de los lugareños; nos trasladará a un patíbulo en el que la autora no se regodea con la sangre, pero no presenciaremos ahorcamientos, y tampoco seremos testigos de las enfermedades que poblaban el interior de las cárceles.

Este enfoque dulcificado por parte de la autora, con una narración por momentos rápida —cuando nos introduce en las batallas— y por momentos muy somera y apaciguada, será del gusto de los amantes de novela histórica contemporánea como La avenida de las ilusiones, donde importan más los hechos que las descripciones truculentas de cada uno de ellos.




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