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domingo, 10 de julio de 2022

LA MUJER PINTADA de Teresa Arijón

 


Reinas, amantes, lolitas, prostitutas, actrices, trapecistas, bailarinas... hasta no hace mucho en la Historia del Arte las mujeres solo podían ser modelos. Profesionales como Kikí de Montparnasse en las fotografías de Man Ray o musas por azar como Victorine Meurant, la Olympia de Manet, que luego competiría con él. Íconos de las vanguardias como la alocada Henrietta Moraes, que inspiró a Bacon y Lucian Freud o la surrealista Claude Cahun, quien en 1930 proclamó: "Neutro es el único género que me viene bien".

De la sonrisa de la Gioconda al color de la piel de Cleopatra, la cabellera de la Venus de Botticelli o el vello púbico de la vagina que pintó Courbet a pedido de un erotómano turco ?y que Lacan escondería en un doble muro de su estudio?, el misterio de sus identidades y aspectos obsesionó a ladrones, moralistas y académicos. Sus rostros y sus cuerpos pautan hasta hoy un ideal de belleza.

En el arte lo han sido todo: reinas, amantes, prostitutas, bailarinas... Pero ¿quiénes fueron realmente las mujeres a las que los artistas un día pintaron?

Teresa Arijón pone nombre a muchas de ellas, recuperando la historia real y las anécdotas de las modelos que un día se expusieron enteras para que un pintor las exprimiera a su antojo.

Pero 'La mujer pintada' también habla de la belleza, del cuestionado concepto de musa, y reflexiona sobre si se puede ser feminista cuando lo que se muestra, a priori, es solo lo de fuera.

Aunque se sabe y acepta que hay muchas formas de acercarse al arte, ninguna de ellas piensa en ellas: en las mujeres reales que hicieron posible que estos cuadros existan.

Durante años han sido miradas, contempladas, admiradas... pero nadie les ha puesto nombre. Y no porque no se supiera sino porque sus nombres no importaron.

En 'La mujer pintada', Teresa Arijón (que fue modelo durante más de veinte años) quiere girar 360 grados la perspectiva y contar la Historia del Arte desde el punto de la modelo. Porque, como ella dice, un cuadro existe también porque existe la modelo, y no otra, que los artistas pintan.



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