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sábado, 25 de mayo de 2024

LOS HIJOS MALDITOS de May R. Ayamonte

 


Un grupo de personas camina a través de un paraje angosto. Nadie se atreve a elevar la vista del sendero ni a pronunciar palabra. Su misión está clara, deben dirigirse al lugar acordado; aquel que habitarán sus cuerpos y arrojará luz sobre sus vidas. Porque allí, donde los espera él, el verbo está a punto de convertirse en carne.
Los más devotos se agolpan frente a la iglesia de San Pedro y San Pablo a la espera de que comience la procesión del Cristo de la Misericordia, una de las más respetadas en Granada. La oscuridad y el silencio cubren cada espacio de la escena, hasta que las puertas se abren y el titilar de las velas advierten el inicio del paso, que apenas consigue avanzar unos metros cuando un grito rompe la quietud de la noche.
Jimena Cruz, quien se encontraba en el lugar, avanza entre el tumulto. A ese primero le han seguido más, y ahora todos señalan al cielo al advertir, horrorizados, cómo un cuerpo pende en lo alto del campanario.
Un nuevo descenso a los infiernos aguarda para Jimena, que deberá dar caza a un asesino mientras lidia con un extraño manifiesto que ha llegado a la ciudadanía y en el que se advierte del deseo de ver reducida la Alhambra a cenizas.
Tras Las niñas salvajes y Las aguas sagradas, llega el desenlace que miles de personas estaban esperando.




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