Extrarradio de Barcelona, década de los setenta. En
el barrio todo está cambiando a gran velocidad. Las fábricas y los bloques de
pisos han transformado lo que antes eran descampados, pero todavía queda mucho
por hacer. Las protestas proliferan y no solo reclaman colegios y parques,
también piden más derechos en una España que vive aún sumisa por el franquismo.
Una de esas voces es la de Leonor.
La cordobesa emigró al norte en busca de un futuro mejor. Diez
años después, le preocupa el rumbo que han tomado sus hijos. Sobre todo Lucía.
Firme defensora de la lucha obrera, la joven ha conseguido el sueño de muchos
en la periferia de Barcelona: trabajar en la SEAT, la mítica fábrica de coches.
Sin embargo, este hito trae inesperados desafíos a la familia.
Leonor, Lucía y, más tarde, Esperanza y Laura deberán aferrarse
a sus ideales cuando la vida les muestre su cara más amarga. Tres generaciones
de mujeres que serán testigos de un tiempo marcado por las revueltas sociales y
la violencia, pero también por el amor y las ansias de libertad.
Una emocionante y ambiciosa novela sobre la identidad y el poder arrollador
de la cultura que nos muestra que, incluso en los rincones más oscuros de la
Historia, la vida se abre paso.
Madrid, invierno de 1938
Clotilde, una artista gráfica que dibuja caricaturas para los diarios
republicanos, asiste en Madrid a los últimos meses de la Guerra Civil. La caída
de la República es inminente, por lo que su marido, militante comunista que
trabaja para los rusos, decide enviar a Moscú a su hijo Pablo, de tan solo
cinco años, en contra de su voluntad. Clotilde se resiste con todas sus
fuerzas, pero no logra evitar que el comandante Borís Petrov emprenda ese
arriesgado viaje por una España en llamas para cumplir con el deseo de su
camarada de llevar a Pablo a la Unión Soviética, donde Stalin está levantando
un nuevo país sobre las ruinas del antiguo régimen.
Moscú, primavera de 1939
Allí es recibido por su nueva familia que, conmovida por su trágico exilio,
acoge con afecto a un niño exhausto y enfermo. Anya no duda en cuidar de Pablo
como si fuese su propio hijo, sin hacer distinciones con Igor, su hermano de
adopción. Hija y esposa de dos orgullosos héroes de la Revolución -su padre
luchó junto a Lenin, su marido a las órdenes de Stalin-, Anya ama la poesía y
la música, aficiones sospechosas y burguesas a los ojos del poder. Mientras sus
ilusiones naufragan en el ambiente cada vez más opresivo del terror
estalinista, su espíritu se rebela contra la injusticia, la miseria, la
ausencia de libertad y el Gulag.
Pablo crece entre el recuerdo cada vez más tenue de su madre, que no ceja
en su empeño por recuperarlo, y el cariño de Anya, quien le transmite su amor
por la música, la literatura y sus deseos de libertad. Dos mujeres unidas por
el destino de un niño y enfrentadas al mismo espejo: el de las ideologías
totalitarias a las que sucumbió el siglo xx.
Se puede perder una guerra, pero se puede ganar la libertad
Isabel es una joven profesora de Historia que va a parar a la
escuela de un pequeño pueblo de Valencia, Manuel, durante los años del
franquismo en España y allí se enamora profundamente de Carmen, la profesora de
Literatura. Sin querer, pero tambien sin poder evitarlo, nace una historia de
amor entre ambas que parece que toca su fin cuando la familia de Carmen,
fuertemente conservadora, le obliga a internarse en un hospital de enfermos
mentales para curarse de ese amor que no puede ser y que no está bien visto por
la sociedad del momento.á Tiempo despues, Carmen regresa a casa con Isabel,
dejando atrás familia, hospital y trabajo, pero debe enfrentarse a las secuelas
que le provocan los electroshocks que ha recibido en el hospital. Isabel
intentará ayudarle a sobrevivir hasta las últimas consecuencias.á Basada en una
dura historia real e inspirada en el exito teatral del mismo nombre, Una
luz tímida es una novela conmovedora sobre la fuerza del amor en
tiempos de miedo y opresión y sobre la lucha de dos mujeres por encajar entre
lo que la sociedad espera de ellas y su voluntad de vivir en libertad y sin
complejos.
África Alonso construye un relato de memoria histórica emotivo y
elegante, donde
destaca por encima de todo una gran historia de amor conmovedora que explora
las
distintas etapas de esta pareja y la fragilidad que hay tras ellas en un
contexto de
prejuicios y opresiones hacia la homosexualidad en aquellos años oscuros.
Una luz tímida nos presenta a Isabel, una joven maestra de historia durante los
años
del franquismo en España. Está profundamente enamorada de Carmen la profesora
de literatura. Sin querer, pero sin poder evitarlo, nace una historia de amor
entre ellas
dos que parecerá que termina cuando la familia de Carmen, de pensamiento
fuertemente conservador, la obligan a internarla en un hospital de enfermos
psíquicos
para curarse de este amor que no puede ser y no está bien visto. Tiempo
después,
Carmen regresa a casa con Isabel dejando familia, hospital y trabajo atrás,
debiendo
enfrentarse ahora a las secuelas que los electro-shocks que ha estado
recibiendo en el
hospital le están causando. Isabel intentará ayudarle a sobrevivir hasta las
últimas
consecuencias.
La península de las casas vacías nace
de las historias del abuelo de Uclés en Quesada, Jaén. Sin embargo, el libro
está ambientado en Jándula, un pueblo inventado que hace de trasunto de Quesada
(como reconoce al final del libro el propio autor). La novela cuenta la
historia de una familia en descomposición, de la deshumanización de un pueblo,
de la desintegración de un territorio y de los horrores de la guerra. La
principal virtud y novedad que aporta la novela es el tratamiento de la Guerra
Civil desde el realismo mágico. En una entrevista con eldiario.es Uclés
admite su comodidad con el término, “creo que en mi caso sí que es
el realismo mágico clásico: describir una familia con sus generaciones en las
que ocurre cierta fantasía con elementos naturales que les rodean y telúricos,
no con elementos fantásticos inventados. También que el pueblo no reacciona
ante ellos, sino que los asume como realidad. Me han dicho que es costumbrismo
mágico, neorrealismo mágico, surrealismo mágico… pero no dejas de ser una
etiqueta para que el lector tenga una idea rápida”. Ciertamente
funciona muy bien. Y la sensibilidad de Uclés con el recurso es parte del
acierto. Recuerdo, por ejemplo, un cristalero que tuvo que cambiar las ventanas
de una casa cuatro veces porque la dueña los desgastaba de mirar por la ventana
esperando que su hija regresara. O cómo, en Jándula, cada llanto tenía un color
diferente dependiendo de la emoción: rojo para el amor, azul para la tristeza,
negro para el dolor, amarillo para la alegría…y como el personaje lloraba
lágrimas con tinte morado estaban tranquilos porque no era de amor, pero no se
dieron cuenta que el morado se compone de rojo y azul y el personaje lloraba
por desamor… Pues así hay muchos ejemplos. Si es cierto que en la primera mitad
del libro hay muchos más ejemplos que en la segunda mitad. Parece que cuando se
propuso cerrar la historia dejó de lado el realismo mágico. Y era su mejor baza
y lo que más emociones conseguía trasmitir al lector. Al menos a mí.
Es una “historia total de la Guerra Civil”, setecientas
páginas fruto de 15 años de trabajo (es decir, la empezó a los 19), vertebradas
en torno a una saga familiar arraigada en un pueblo y con trazos de “realismo
mágico” (sic). ¿Déjà vus que viejunean o regreso al
esto-sí-es-novela? Depende: si la descripción le atrae, la novela le encantará.
No merece menos. Desde las coordenadas que se impone a ella misma, es admirable
y nunca se traiciona. Y si las palabras de la editorial disparan prevenciones
fuertes en usted, déjela correr, por las mismas razones.
¿Unas memorias? ¿Un dietario? ¿Un libro de viajes? ¿Un ensayo
sobre la literatura y el mundillo literario? ¿Una crónica de la literatura
española entre los siglos XX y XXI? ¿Una novela social? ¿Una carta de suicidio?
Más bien un exorcismo, ya que no por casualidad arranca con una
invocación al padre Karras de El
exorcista. Dice la autora, acaso poseída: «Soy una escritora que
pide un ascenso y ya es demasiado vieja para ascender. Soy una escritora que no
cree −para nada− en la autonomía del campo cultural. Soy una escritora, en
medio de la selva, que se abre camino entre la vegetación con un machetito
mellado». Y asegura: «Escribo un libro para salvarme de los libros y sus
repliegues laterales. Sus turbulencias y su moho. Su copyright. Para recuperar
una pureza que solo me haga pensar en que Confucio es el padre de la confución y enunciar
grandes palabras que trascienden lo local para transformarse en asunto humano,
demasiado humano [...]. Una literatura sin la mugre de la envidia o la
negociación del anticipo. Sin portadas ni listas de notables en los suplementos
literarios».
El libro sobre un imposible. Sobre cómo todo lo que hay fuera
está dentro y lo íntimo termina siendo político. El mercado en el estilo y el
estilo que se cuela entre las rendijas de la realidad. Sanz −nieta de un
mecánico melómano− cuenta ese tránsito y esa violencia con nervio y amor por la
escritura. En estas páginas, que son un cajón de sastre o de sastra, cabe la
reflexión sobre el oficio de escribir, con sus ferias (del libro y de las
vanidades), las lecturas de la infancia y las de la madurez, los encuentros
(singulares) con estrellas de relumbrón como Irvine Welsh, James Ellroy y Annie
Ernaux, los encuentros (más normales) con colegas como Pilar Adón, Luisgé
Martín, Almudena Grandes
Tiene el lector en sus manos un ejercicio literario libérrimo,
batallador, rebosante de reflexiones sagaces y de un gozoso sentido del humor.
He aquí condensada la vida (y milagros), el cuerpo, de una escritora perpleja
ante la realidad y empeñada en seguir tomando la palabra. Con resentimiento y
gratitud hacia nosotros, lectores, que la esperamos a este otro lado.
«Marta Sanz se distingue en nuestra narrativa por cargar de
acento personal cuanto escribe» (J. M. Pozuelo Yvancos, ABC).
«Enemiga de los tópicos y del falso pudor» (J. A. Masoliver
Ródenas, La Vanguardia).
«En ella las persianas metálicas que bajan de golpe son algo más
que la banda sonora de un mundo falso. Marta Sanz cada vez afina con mayor
excelencia el difícil acorde entre ética y estética» (Domingo Ródenas de
Moya, Babelia).
«Deben leer con toda urgencia a Marta Sanz» (Jesús Ferrer, La Razón).
«Quiero para mí el enervante afán, la valentía de ir a fondo que
solo tienen los autores bestiales como ella» (Leila Guerriero, El País).