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domingo, 5 de abril de 2015

LA BALADA DE LA CÁRCEL DE READING de Oscar Wilde


Oscar Wilde nació en Dublín en 1854. Su extraordinario talento para subvertir la lógica del sentido común y el rigor de las tradiciones “respetables”, unido a su manejo magistral de la ironía y de las frases ingeniosas, le permitió convertirse en el “niño mimado y terrible al mismo tiempo” de la Inglaterra victoriana. 

En la cumbre de su éxito, la suerte le volteo la espalda en la figura del Marqués de Queensberry, quien inició contra él un juicio penal por “indecencia pública, sodomía y ultraje a la moral”, y fue condenado a dos años de prisión en la cárcel de Reading, donde concibió su famosa balada. 

El 30 de noviembre de 1900 murió en el cuartucho de un hotel de mala muerte, en medio de la más absoluta miseria, a los 46 años. 

Aunque casado y padre de dos hijos, Wilde se movía en ambientes homosexuales, y sus relaciones y su enfrentamiento a los convencionalismo victorianos le llevaron a un conocido proceso en el que perdió cuanto tenía y fue condenado a dos años de trabajos forzados, condena que cumplió en la cárcel de Reading. Su paso por la pr isión acabó con él. Aunque allí escribió las que sin duda son sus obras maestras: esta Balada de la cárcel de Reading y una larga carta a su ex-amante, que conocemos con el título de De profundis (In carcere et vinculis), dos obras escritas desde el absoluto desgarro y el más hondo dolor. Debemos a la dura prisión de Oscar Wilde sus obras más destacables, pero también el acabamiento de un autor que, en los dos años de libertad que aún le permitió la vida, fue incapaz de volver a la creación. Sin embargo, de su experiencia del abismo nació el mejor Wilde


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