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sábado, 14 de noviembre de 2015

SANTUARIO DEL ODIO de Antonio Enrique



Cuando estalla la guerra civil española, el oficial Díez Arellano recibe la orden de reintegrarse a su regimiento en una capital de provincia. Emprende el camino liberando a su paso a los asediados en los cuarteles. Al llegar a la ciudad es arrestado, ya que sus superiores dudan de su lealtad. Tras la toma del Alcázar es co ndecorado por esos mismos superiores. A partir de ese momento recibe la orden de infiltrarse en el Madrdid republicano. Al contacto con la miseria y la degradación sus convicciones irán desplazándose hasta no saber cuál es el bando por el que lucha ni a qué bandera pertenece.
Sorprendido en zona rural adicta a la República aquel dieciocho de julio, un oficial, que acaba de repeler un ataque de insurgentes en su puesto de mando, recibe la orden de reintegrarse a su regimiento, en la capital de la provincia. La confusión es extrema, ignorándose de firme la procedencia y alcance del golpe de Estado en aquellos primeros instantes. Acata el oficial la orden, si bien, en el tránsito a su lugar de destino, caído para entonces en poder de los facciosos, va a demorarse días y días, recogiendo y liberando por los pueblos a los asediados en sus distintos cuarteles. A su llegada a la ciudad, le aguarda la incomprensión de sus superiores, que dudan de su lealtad por el tiempo transcurrido, razón por la cual se le arresta. La toma del Alcázar, por aquellos días, da la vuelta a su situación, al convenirse que su desobediencia -ahora simplemente demora- fue debida a consideraciones humanitarias. Y es agasajado y condecorado por los mismos, hasta provocar en él un hondo rechazo. Se le confían, entonces, labores de inteligencia militar en una misión de infiltramiento en el Madrid republicano "España, guadaña" será su consigna-, a donde accede, tras un accidentado viaje, en los decisivos días de noviembre de 1936. Al contacto con la miseria y la degradación, pero también la lealtad y el heroísmo, sus convicciones irán desplazándose hasta no saber por qué bando lucha ni a qué bandera sirve. Así el comandante Díez Arellano terminará sus días de guerra, en un pueblo levantino, trabajando como bracero anónimo en la finca que fue propiedad de su familia, agotado por el sufrimiento moral y quebrantado por la falta de esperanza. Santuario del odio hace alusión a la sacralización del odio en ambos bandos, lo que explica no ya que los espanoles nos matásemos entre sí, sino la manera brutal en que lo hicimos.


1 comentario:

  1. Ciertamente todos sabemos una parte de la guerra civil española, sin embargo el relato que nos narra, Antonio, demuestra -como he sabido- un grado de odiosidad entre dos bandos, donde la cantidad de artistas, poetas torturados y muertos fue, como en la dictadura militar de Chile, de civiles amantes de la verdad y la paz.
    Abrazos.

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