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domingo, 2 de julio de 2017

TORMENTA DE VERANO de Juan García Hortelano


       Hay lecturas que nos acompañan toda la vida como un fantasma, un confidente o un amigo. Hay otras que se pierden muy pronto en un limbo de palabras sin sentido o que terminamos por olvidar, incluso que las hayamos leído al cabo de un tiempo. Las primeras –las que persisten-, lo hacen porque nos enseñan cosas importantes, nos descubren apoyos nuevos para andar por la vida, nos proporcionan asideros hasta entonces desconocidos, a los que agarrarnos en las curvas. Sin duda, son ésas las que valen o merecen la pena. Y como casi todo lo importante también con ellas sufrimos porque nos afectan o nos vemos inmersos en esa trama que no manejamos nosotros sino el autor y nos vemos abocados a seguir leyendo porque nos incumbe de una manera casi mágica lo que ahí pasa. Es la trama de la vida, de nuestra vida al fin y al cabo.
“Tormenta de verano” pertenece sin duda a esa estirpe de novelas. Su autor, Juan García Hortelano, fue un escritor realista. Estrictamente realista. Llegó a afirmar incluso que a la literatura se le mete demasiada metafísica por el culo. Yo asiento. Si literatura es reflejar una realidad desde una perspectiva nueva, él sin duda es un maestro. Un maestro de “hacer ver”.
Comienza con una situación muy dramática; una joven aparece muerta, desnuda, en la playa de una urbanización de alto copete. El shock provocado por la aparición llevará a Javier, el protagonista del libro, a una contínua introspección y a una revisión de su escala de valores. La novela transcurre lenta, plácidamente, mostrando el entresijo de las relaciones de las parejas que veranean en la urbanización. El transfondo del crimen aporta una tensión subyacente leve, pero omnipresente, casi hiperrealista. La resolución del mismo hará que Javier encuentre la calma y que el orden establecido, aunque pleno de hipocresía, vuelva a reinar.

Una novela interesante, escrita con sagacidad. La excusa de la representación emocional nos permite observar, de trasfondo, los enredos y desenredos de los protagonistas de las altas finanzas de los sesenta. Aunque me gustaron más sus cuentos, se deja leer.

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