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sábado, 10 de marzo de 2018

USOS AMOROSOS DE LA POSTGUERRA ESPAÑOLA de Carmen Martín Gaite


Todo libro que intente revisar un aspecto concreto de un período histórico debe contar al menos con una teoría y una aportación inédita. Carmen Martín Gaite cumple la norma y establece que los años cuarenta se encuentran marcados por el signo del miedo al exceso, el miedo a gastar demasiado, propiciado por las consignas de racionamiento lanzadas por el régimen, "tiene un desplazamiento semántico en el uso amoroso; al menos esta es mi teoría". En el capítulo de nuevas aportaciones, la escritora afirma, en torno a las consecuencias de unos usos amorosos impuestos, regidos por códigos rigurosos que no se pueden esquivar, que lo más grave de todo no es, como se ha venido afirmando de forma reiterada y machacona, que haya habido una represión, sexual, que existió, sino que se diera una represión de la amistad, que en mi opinión es la que genera el amor"."Lo peor", afirmó la escritora, "no es que los condicionamientos sociales, religiosos o políticos hicieran imposible que un hombre y una mujer se acostasen, sino que impedían que se conociesen". De esbozo, análisis precario o pequeña cala en el tema motivo de la conferencia calificó Carmen Martín Gaite su aportación al conocimiento de los usos amorosos en los años cuarenta. Fue un análisis del lenguaje utilizado, de las etapas que jalonaban el largo proceso que llevaba de la primera mirada a la presentación, pasando por los primeros paseos, la declaración y la boda. "Códigos rigurosos e inesquivables, ritual impuesto en las relaciones amorosas que te podías saltar, pero cayendo en la marginación". A continuación expuso lo que se podría llamar las fases físicas de una relación amorosa que en condiciones normales deberían de concluir en el matrimonio. "Una era el juego de miradas, por ejemplo, en el que se iniciaba la primera elección, aunque esas miradas nunca eran secretas, pues eran advertidas por todos los presentes. Era el único momento en el que los jóvenes podían expresarse sin grandes restricciones. Después venía la declaración, fase que no se resolvía inmediatamente, sino que a veces daba lugar a esperas prolongadas. Y más tarde llegaba él noviazgo, que quedaba legitimado con la entrada en casa de la novia".


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