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domingo, 24 de febrero de 2019

ORDESA de Manuel Vilas



Ordesa es un artefacto literario que rechaza un sentido convencional de lo novelable. Antes que argumento, hay una insistencia obsesiva, según avanza la lectura, en momentos cada vez más sublimados. Es decir, no hay evolución de la intriga, sino una sutil trama del propio estilo, una destilación de los recursos que desemboca en un puñado de poemas. Un ejemplo de este recurso es que los personajes familiares, hacia la mitad del libro, comienzan a renombrarse: así, sus hijos y sus padres pasarán a llamarse Brahms, Vivaldi, Bach o Wagner. Consciente de la problemática transformación de personas cercanas en personajes, Vilas la extraña con su habitual suma de parodia y celebración: no quiere convertirlos en literatura, sino en música, dice, pero no sólo en música, sino en Historia de la Música, mayúscula, lo que a la vez que eleva a los personajes pone en duda la propia institución llamada Historia de la Música. Es sólo una muestra del método de Vilas: en sus imaginativas comparaciones ninguno de los términos tiene todas las de ganar, más bien ambos encarnan una vanitas barroca, una salvación a través de la ironía, una burla que es a la vez consuelo.
Otro de los recursos predilectos de Vilas podríamos llamarlo “animismo marxista”, si con esto diéramos medida de cómo los objetos desechados de este mundo tardocapitalista adquieren en sus obras una significación esencial, su propia alma. “El pasado son muebles, pasillos, casas, pisos, cocinas, camas, alfombras, camisas. Camisas que se pusieron los muertos”. En estos “prodigios baratos” se resume la historia de la mal llamada clase media: “Son baratos y sin embargo tienen fuerza sobrenatural. Como si lo sobrenatural eligiera la humildad para manifestarse. O como si lo sobrenatural y la humildad fuesen lo mismo”.
Ordesa es un libro lleno de clemencia hacia los desamparados de la Historia. “Somos vulgares, y quien no reconozca su vulgaridad es aún más vulgar”, escribe Vilas, y en esta aceptación se encierra un inesperado perdón hacia uno mismo: “Puede que el hombre acabe al final por enamorarse de su propia vida”. La nuestra es una “historia común”. Y Ordesa es un libro extraordinario.


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