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sábado, 24 de agosto de 2019

EL VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES de Tatiana Tibuleac



El buenismo está de más. Este protagonista odia a su madre y la quiere muerta, sería capaz de asesinarla con sus propias manos movido por un rencor exacerbado. Es un personaje destructivo, violento, despiadado y manipulador que despierta en el lector tan solo instinto de compadecer. La escritora y periodista Tatiana Tibuleac (1978, Moldavia) afincada en Francia, ha creado una novela tan desgarradora como atractiva, llena de matices y reflexiones, por la que los libreros la han aupado a la primera fila de las nuevas voces de la literatura europea.
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes (Impedimenta) es una novela con una intensa fuerza narrativa que trata temas universales como el resentimiento, la impotencia, la redención, la rabia y la falta de entendimiento entre padres e hijos. En este caso en particular, entre madre e hijo. Aleksy, ya adulto, rememora el verano que pasó con su madre en un pueblo francés tras salir de una institución psiquiátrica.
A modo de flashback, recuerda un pasado convulso hasta convertir al lector en un privilegiado espectador del día a día de esa familia disfuncional. Destaca su crudeza, con un estilo descarnado que destila lirismo. Comienza así:
Las frases hirientes se suceden sin anestesia, son enunciados que supuran verdad
Y otras, llenas de inocencia:
La autora ha configurado una construcción psicológica de gran originalidad en la que se aborda la fragilidad de la vida, los muros que se alzan en torno al perdón o las dificultades para gestionar el dolor. El lector necesita, a cada página, conocer un poco más de la raíz de tanto resentimiento. Tibuleac apuesta, de forma acertadísima, por evidenciar la evolución del personaje principal a través del cambio en la percepción del color de los ojos de su madre.


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