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sábado, 2 de mayo de 2020

LAS SINSOMBRERO de Tania Balló


No se puede entender la obra de Las Sinsombrero sin fijarnos en el contexto social en el que vivieron. Tuvieron que lidiar con ser mujeres artistas en la España deprimida por la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico) que  destronaban al país del podio de gran potencia mundial. Los españoles se sumieron en una gran crisis moral que se unía a la depresión económica y a la confusión política.
En este contexto caótico se atribuyó a la mujer el papel de engendrar los próximos españoles que devolverían la grandeza a España. Así, tal cual, tan loco como suena. La mujer quedaba de esta forma relegada al espacio privado del hogar con un claro objetivo que cumplir: ser esposa y madre. El esencialismo biológico, junto al patriarcado respaldado por la Iglesia, hacía el camino más pedregoso a aquellas mujeres que deseaban cultivar sus capacidades intelectuales al igual que lo hacían muchos hombres coetáneos.
Ante esta corriente antifeminista, en las obras de las Sin Sombrero existe un denominador común: su lucha por hacerse un nombre en unas circunstancias sociales e históricas nada favorables.
Este escenario en España entraba en confrontación directa con los primeros movimientos feministas y sufragistas que cobraban fuerza en Estados Unidos e Inglaterra, sumados a la incorporación de la mujer al mundo laboral debido a la llegada de la Revolución Industrial y al inicio de la Primera Guerra Mundial que envío a muchos hombres a la guerra, quedándose las mujeres al frente de las economías domésticas. Estos factores dieron alas a la emancipación de la mujer. Llegó entonces al resto de Europa y a Estados Unidos la mujer moderna que vivió su plenitud en la década de los años veinte.
En España, la Segunda República de 1931 reflejó todos estos movimientos que venían del exterior y respaldó la ocupación del espacio público por parte de la mujer. Tal y como recoge la cineasta Tània Balló, autora de “Las Sinsombrero: sin ellas, la historia no está completa”: “Por primera vez, (las mujeres) se sienten sujetos propios y, por primera vez, se presentan ante una sociedad que, aunque las rechace, se ve obligada a mirarlas”. Así nació el grupo de Las Sinsombrero, las mujeres de la Generación del 27, símbolo de una nueva mujer.

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