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sábado, 6 de agosto de 2022

LEÑA MENUDA de Marta Barrio



 

Leña Menuda va de una joven que se queda embarazada de su pareja, a la que llama A. (como dato curioso, todos los personajes de la novela, incluido el feto, son llamados por una inicial que no guarda, que sepamos, ninguna relación con su nombre, sino que siguen un orden alfabético: A. B. C. D…… y hasta X. Desconozco la intención de la autora, pero a mí me ha provocado una terrible sensación de frialdad, en terrible contraste con una trama terriblemente dramática). En la primera parte del libro, encontramos escenas cariñosas, emotivas, divertidas o simplemente bonitas sobre todo lo que supone para una mujer ser madre. Pero llega la segunda parte, en la que un incidente con unos perros conduce a la joven al hospital, donde le dicen que el feto no ha sufrido daños, pero que tiene algo raro, una malformación que no había sido detectada en las ecografías anteriores, la cual es incompatible con la vida a corto plazo del bebé. Dado el avanzado estado de gestación, la ley española no le permitiría abortar, sin embargo, sí hay otros países, como Bélgica, donde esta opción sí es factible. Contar todo lo que sucede a continuación sería hacer un spoiler, aunque no hay que ser muy listo para vislumbrar por dónde van a ir los tiros, ¿verdad?

Con estos mimbres, y sobre la base de una realidad a la que se enfrentan muchas mujeres en todo el mundo cada día, Marta Barrio ha construido un relato en el que la carne, la sangre, lo físico, se hace palabras. O quizás debería decirlo al revés, y es la autora la que, a través de su pluma-bisturí escribe unas palabras que nos duelen como si viviéramos la tragedia de la narradora en primera persona, con un dolor desgarrador y físico, de humores olorosos, al mismo tiempo que nos reserva un espacio para la esperanza. Porque, sí, es una tragedia, pero detrás, o al lado de ella, también está el poder de la mujer para decidir por sí misma qué quiere hacer con y de su cuerpo y, sobre todo, qué quiere hacer con y de su vida. Frente a todos: frente a sus padres conservadores, frente a su marido, el varón aterrado, frente a sus compañeros y su jefe y, por supuesto, frente a sus propias dudas y vacilaciones. 



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