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sábado, 10 de septiembre de 2022

AMIGO de Ana Merino



 

El hallazgo de un archivo inédito de Joaquín Amigo, el amigo íntimo de Federico García Lorca asesinado también en Granada solo nueve días después, le permite fijar dos historias paralelas (que la autora por supuesto acabará cruzando): una sobre la investigación de la vida y obra de este catedrático de literatura perteneciente a la Generación del 27, que fue uno de los redactores de la revista granadina «Gallo» impulsada por Federico García Lorca y Salvador Dalí, y otra sobre la realidad universitaria del presente.

Lorca, Dalí, pero también Luis Rosales y el análisis de sus destinos trágicos que desgrana en La calumnia Félix Grande le sirven a Ana Merino de excusa para relacionar aquel momento y la situación actual de los archivos familiares con los intríngulis del mundo académico (no precisamente bien parado, en esta visión) y el juego literario de la identidad y el doble que primero analiza y luego utiliza como recurso resolutivo de la novela.

Será por el ámbito metaliterario, será por los recorridos por un entrañable Madrid muy reconocible y apreciado, el caso es que la novela, desde que se ubica en el retorno a España, fluye con emoción e interés. Los prolegómenos, en que necesita situar a la protagonista, explicar dónde se halla, cómo ha llegado y sus circunstancias, le hacen dedicar muchos episodios a diversos personajes y situaciones, a la manera en que desarrollara ya su primera novela; ahí se atasca en una escritura con altibajos, que resulta farragosa y reclama cierta corrección de estilo, incluso ortográfica. Esos distintos avatares le hacen posible ir desplegando diferentes temáticas: ya sea la soledad de la protagonista, el exilio como forma de vida, ya las relaciones personales, la ansiedad e incluso los abusos, ya las rencillas académicas, todo trufado de referencias poéticas e incluso menciones académicas ofrecen, en esa primera parte, un resultado enmarañado.



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