Madre solo hay una. Pero cada padre es un enigma. Y todo hijo
necesita resolverlo.
Un escritor, miembro de la comunidad española en Buenos Aires,
intenta descifrar la verdadera personalidad de su padre años después de su
muerte. Marcial Fernández, emigrante asturiano, como tantos hombres de su época
siempre tuvo dificultades para comunicarse con su hijo, a quien castigó con
años de silencio y disgusto al descubrir su pasión literaria. El único vínculo
entre ellos fueron las películas del Hollywood clásico que veían por
televisión, una educación sentimental llena de sutilezas y malentendidos que
Marcial impartía de manera indirecta. A medida que avanza en la reconstrucción
de su historia, el narrador halla indicios de que su padre llevó una vida
secreta y se obsesiona con descubrirla.
Una
novela tremendamente bella y dolorosa, escrita con gran pulso narrativo y hasta
con toques de suspense, que no solo homenajea a los sufridos migrantes
españoles y a las películas que formaron nuestra personalidad, sino que se
adentra en los misterios familiares más recónditos y en la relación muchas veces
espinosa entre padres e hijos que se aman.
Los recuerdos familiares de Jorge
Fernández Díaz están coloreados por las películas de Hollywood que compartió
con su padre cada sábado. Frente al televisor, aquel emigrante asturiano
devoraba clásico tras clásico del cine, dando forma a los únicos momentos en
los que padre e hijo
pudieron conectar. De aquellos recuerdos, los reales y los que se proyectaban en la pequeña
y la gran pantalla, se compone su último libro, laureado con el Premio Nadal 2025.
En El secreto de Marcial, Fernández Díaz
repasa su niñez y adolescencia, iluminada por aquellas historias que volvían
visibles aquello de lo que los otros, los personajes de carne y hueso de su
vida, no querían hablar. Un libro que rebusca entre el silencio del patriarca para encontrar una ternura negada
a través de los año
Marcial Fernández nació en Asturias, en el seno de una
familia humilde. Vivió tiempos difíciles, ganándose la vida perforando túneles
ferroviarios. Su padre nunca habló de aquella época, aunque por sus historias,
y algunas cicatrices, se intuía la miseria de capataces irresponsables y
accidentes casi mortales. Junto a su gran amigo Lorenzo, esquivaron más de una
vez la muerte para alistarse después en la Marina, donde ambos hombres hicieron
la mili y conocieron mundo.
Cuando Marcial llegó a Argentina se casó con Carmina y tuvieron a dos hijos. Aquel matrimonio estuvo anclado en su propia época. Su protagonista era demasiado joven para entender
que ellos ya no se amaban y que los silencios de
su padre, en realidad, escondían una vida
distinta y oculta por la que seguía suspirando.
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