En Solas en el silencio aparece un
ramillete de personajes que esconden algo por la culpa que sienten. ¿Alguna
fuente de inspiración concreta?
Bueno, he conocido a muchas mujeres que, sin encajar al cien por cien en cada
uno de los personajes, sí tenían algunas características de ellos. Hablo de
mujeres como Soledad, mujeres que se sentían al margen del sistema, que eran
rechazadas por determinadas cuestiones y que tenían una carga que iba con
ellas, y que en el caso de ese personaje es su hijo Joxean. Luego también me
han contado historias de mujeres que vivían una vida que no eligieron, mujeres
a las que dijeron con quién tenían que casarse, por ejemplo. Y, por supuesto,
he conocido historias de mujeres víctimas de la violencia machista. Al verlas
en informativos y programas de actualidad me preguntaba hasta qué punto
contamos bien sus casos, más allá de la mera estadística y de narrar simplemente
lo que ha sucedido. Muchas veces, hablando con amigos después de que hubiera un
caso de violencia machista, yo igual les decía: ‘Fíjate qué fuerte lo que este
agresor le hizo a su mujer’, y ellos respondían: ‘No sabía yo que la historia
tenía tanto recorrido’ o ‘Pues yo simplemente he oído que habían asesinado a
una mujer en un determinado punto de España, pero no me había enterado de qué
es lo que había detrás’. Siempre he tenido la espinita de que no estábamos
contando esas historias con la suficiente profundidad. Solas en el silencio es un
intento de hacer que ese velo de silencio, que es cómplice y que al final
oculta las violencias hacia las mujeres, se levante poco a poco.