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domingo, 10 de junio de 2018

SEIS DÍAS de Ryan Gattes



No hay una historia angelina moderna más potente que los disturbios raciales de 1992. Algo de contexto: en marzo de 1991, un taxista negro llamado Rodney King fue apaleado brutalmente con porras antes de ser detenido por la policía de Los Ángeles. Un vecino lo grabó en vídeo y las imágenes dieron la vuelta al mundo. El 29 de abril del año siguiente, a media tarde, un jurado declaró no culpables a los cuatro policías que el mundo entero había visto ensañarse con King. Era miércoles. En los cinco días siguientes, Los Ángeles vivió los disturbios raciales más grandes de la historia de Estados Unidos. Más de 10.000 detenciones, más de 2.300 heridos, militares en la calle durante un mes. Murieron alrededor de 60 personas, aún no se sabe con certeza. Fue 23 años antes que los sucesos de Ferguson.
Así empieza la última novela de Ryan Gattis. Día 1: miércoles. “Estoy en Lyn­wood, South Central, en las inmediaciones de Atlantic con Olanda”. El libro Seis días (titulado originalmente All Involved) relata las vidas de casi una veintena de personajes durante esos seis días. Son miembros de bandas del centro de Los Ángeles, bomberos, comerciantes coreanos; una serie de personajes que, envueltos en una especie de guerra civil espontánea, toman una serie de decisiones y lo explican en primera persona al lector. No es un libro sobre los disturbios. Es un libro en los disturbios
“Empezó con un personaje”, explica Gattis. Concretamente una chica que ha crecido en el mundo de las bandas de Lyn­wood llamada Lupe Vera, alias Payasa, que debuta en el primer capítulo del libro. “Tenía muchas ganas de escribirla. Para entonces había tomado contacto con ese mundo de las bandas y había conocido a uno de los jefes. Una de mis mejores amigas, que me ha ayudado en la vida, creció en una banda del sur de California”. Cuenta que empezó a obsesionarse con el personaje, a ver las cosas y pensar como ella. Cuando se decidió a escribirla, buscó el contexto. “Algo tiene que pasar, algo tiene que darle la libertad de actuar de la forma que me interesa. Ahí pensé en los disturbios. Fue un alivio, pero también una preocupación. Si lo hacía, tendría que hacer una investigación muy seria”

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