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domingo, 17 de junio de 2018

TODO LO QUE ERA SÓLIDO de Antonio Muñoz Molina


Este es un ensayo directo y apasionado, una reflexión narrativa y testimonial, al más puro estilo de los ensayos de George Orwell o de Virginia Woolf, una propuesta de acción concreta y entusiasta para avanzar desde el actual deterioro económico, político y social hacia la realidad que queremos construir. Partiendo tanto de documentos periodísticos como de la tradición literaria, Antonio Muñoz Molina escribe esgrimiendo razón y respeto, sin eludir verdades por amargas que estas sean, porque saber es el único camino para cambiar las cosas. 

Testigo de una época en la que aún no estaban a nuestro alcance derechos que ahora peligran, nos recuerda que nada es para siempre, que cualquier derecho puede desaparecer. Este ensayo nos convoca: «hace falta una serena rebelión cívica» y nos apremia: «hay cosas inaplazables». 

Todo lo que era sólido es un espejo en el que todos debemos mirarnos, no importa el lugar ideológico en el que nos movamos, dónde vivamos o nuestra condición social; una llamada para que reaccionemos, cada uno desde nuestro ámbito de actuación, y contagiemos con nuestro ejemplo una responsabilidad cívica que hemos de exigir, de manera contundente, a nuestros gobernantes.
Todo lo que era sólido es una visita atónita al país roto que es ahora España; después de años en que parecía que, en efecto, todo era sólido y este país vivía en la más placentera de las planicies, resulta que estamos pagando ahora una alegría que en realidad era un despilfarro. Ahora, como decían las madres de la posguerra cuando nos reíamos en casa, estamos pagando tanto alboroto. La corrupción urbanística, la corrupción política, y hasta la corrupción de las costumbres, fueron la porquería que saltó de pronto a las superficies de las charcas, y ahora las charcas albergan sobre todo porquería. Dice Muñoz Molina, en una de las frases más tremendas de este libro de su (y de nuestro) desasosiego: “Bajo el colorido de fiesta pop de los primeros 80 hay un escándalo ahora olvidado de charcos de sangre”.
 El libro de Muñoz Molina es una denuncia de 253 páginas que se leen de un tirón, porque el ritmo de Antonio es de una enorme carga poética y musical; pero esas 253 páginas constituyen una purga del corazón español; se leen con contrición y respeto, como si el novelista de El jinete polaco hubiera llevado al borde del camino un espejo nítido en el que se reflejan todos los comportamientos que ya hemos conocido y nos los presenta juntos y no sólo uno a uno. Como si un tumulto de fracasos sociales, políticos, culturales, estatales y autonómicos, saliera en tromba de ese volumen que es blanco por fuera y especialmente gris por dentro.


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