En el mes de julio de 1968, Vicente Alós y Andrés Martel, dos
amigos que superan de largo la cincuentena, llegan a Ibiza en barco desde
Barcelona. Ambos están en un momento difícil de sus vidas: Vicente se ha
separado de su mujer y Andrés acaba de quedarse viudo. Los acompañan sus hijas,
Sara y Candela, que a pesar de haberse criado juntas son muy diferentes entre
sí. Al llegar a la isla se instalan en un hostal solitario situado en una
apartada cala, y así comienza un largo y en apariencia apacible verano. Pero
una absurda tragedia, viejos rencores y desencuentros nunca resueltos viajan
también con Vicente y Andrés. Mientras ellos reviven poco a poco ese pasado,
las jóvenes deberán afrontar las inquietudes de un futuro que, bajo los ecos de
un mundo convulso, se presenta ante ellas como un abismo insondable.
La curva del olvido profundiza en los
problemas, las angustias y las esperanzas de dos generaciones que en un momento
distinto pero crucial de sus vidas se enfrentan a las trampas y los antojos del
devenir del tiempo.
Pedro Zarraluki ha
fallecido hoy en su Barcelona natal a los 70 años, según han comunicado sus
agentes literarias
Más allá de su fructífera
actividad literaria, Zarralukí destacó también como fundador –al calor del
éxito olímpico de Barcelona 92 y junto al escultor Francisco García y la agente
literaria Carmen Balcells– del Café Salambó, un local aledaño a los cines
Verdi, en la calle Verdi del barrio de Gràcia, que ha sido desde entonces
dinamizador de la vida cultural de la zona. Lugar de reunión de cinéfilos, escritores
y amantes de la cultura de los billares, el Salambó supo unir lo elitista y
arquitectónicamente bello con el ambiente popular de la ronda de Dalt, a la que
Vila-Matas, viejo amigo de Zarraluki y residente en el barrio, llamaba “ronda
del mal”.
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